jueves, 24 de julio de 2014

Aprendiendo juntos

                   Tengo que insistir en eso de que es importante ayudar a los alumnos a que se atrevan a participar activamente en el grupo y a preguntar las cuestiones que les surjan a raíz de las explicaciones de l@s prof@s. Es cuando nos exponemos a interaccionar con los demás cuando hacemos uso no ya de nuestros conocimientos curriculares sino de nuestra habilidad para resolver una situación, guiados de nuestra inteligencia. Lo que nosotros sabemos es poco y es lo mismo de siempre, tenemos nuestros esquemas de conocimiento hechos a nuestra medida, y lo que pasa cuando dialogamos con los demás es que descubrimos nuevas formas de pensar, de vivir, de ser, etc. y esto nos descoloca; pero como decía Piaget, después se recupera el equilibrio, habiendo incluido en nuestros viejos esquemas todo el nuevo aprendizaje. Igual que no nos construimos solo con nuestras manos, porque es inestimable la aportación que los otros hacen a cuenta de nuestra elaboración como personas, nuestro aprendizaje de conocimientos se construye compartiendo con los otros lo que sabemos e incorporando toda la diversidad que radica en nuestra sociedad, lo que son nuestros compañeros de viaje. En grupo la meta es que el grupo salga enriquecido como tal, ni que decir tiene que el enriquecimiento personal va de la mano. Pero está bien que a veces cumplir nuestros objetivos suponga aceptar la interdependencia, abrir nuestra experiencia a los otros para que surjan conflictos, cuya resolución es un triunfo a todos los niveles. Nuestro rendimiento de partida crece potencialmente en la medida en que trabajamos en grupo, considerando esto como Zona de Desarrollo Próximo, porque los demás se convierten en apoyo y sostén de nuestras experiencias de aprendizaje, ya sea vital o curricular. Y bastan a veces dos personas para que esta situación sea factible, por eso yo soy profe de apoyo.

              Claro que se sabe que muchas veces, al crearse un grupo, se está dando la oportunidad a ciertos alumnos de que monopolicen el transcurso del trabajo. Por otra parte, tantas veces hay a quien le toca encargarse de hacer el trabajo, mientras que los demás solo dicen escurridizos que ellos no saben tanto... Pues bueno, como educador@ será mejor estimular la lucha entre ellos, para que no acepten situaciones que les son desfavorables, y motivarles también a ser ellos expertos en alguna materia y poder enseñársela a otros que se consideran sus iguales. Vamos, yo hasta les digo que ellos son los profesionales en la materia y que estoy muy interesada en conocerla... No creo que sea lo más adecuado dirigirles desde fuera porque en ese grupo nace algo propio, que es genuino, y no se puede manipular, si bien creo que alguna intervención orientativa puede darse como válida, además de un análisis posterior al trabajo con los alumn@s, para que se puedan rescatar aspectos valiosos del trabajo en equipo y a su vez descartar las opciones que conducen al riesgo de individualización, como vía de escape.

              A esto lo voy a llamar aprendizaje cooperativo o colaborativo, que más o menos quiere decir lo mismo. 

domingo, 20 de julio de 2014

Lo que somos no es solo cultura

                   Una dice que quiere dar su apoyo a los estudiantes que lo necesiten, porque quiere evitar a toda costa que en el colegio le extraigan del grupo y le traten de compensar sus supuestas deficiencias partiendo de una segregación preliminar. Cuando yo trabajo a solas con mis alumnos lo que trato es de reforzar su talento para que aprendan a desenvolverse en grupo, pues quizá en él no puedan sobrevivir porque no destacan. ¡Si se intentara cooperar y no competir! Y yo me pregunto si acaso eso es lo que hay que potenciar, que la gente sobresalga, marque la diferencia, toque la cúspide de quienes son elitistas. Pues desde mi punto de vista, que estemos todos en el mismo aula contribuye a asimilar lo que somos y a diferenciarnos como sujetos que no están estigmatizados por su cultura. Si empezamos distinguiendo según la cultura a la que un alumno pertenece perdemos de vista que en realidad somos seres cambiantes que van adquiriendo una personalidad propia porque crecen en un contexto determinado que borra la clásica caracterización cultural, porque de hecho cada desarrollo personal se levanta sobre un suelo de mezcla, de diversidad, de múltiples oportunidades de llegar a ser alguien distinto al que se es ahora. Pero será un desarrollo armonizado, diríamos polifónico, si aceptamos que se alimenta de voces diferentes, que reunidas suenan bien. Somos tal vez ese unísono.

                 Habrá pues una base que solo debería marcarse como algo homogéneo en cuanto a los recursos instrumentales que se le deben proporcionar al alumnado. Solo en ese caso hablamos de igualdad, pero ¿qué ocurre con la diversidad, que decimos que hay que "atenderla", como dándole de comer aparte? Claro está que se recrudece la situación de los que presentan ciertas diferencias, ya sea sociales, escolares, etc., frente a la norma porque se les condena a ser atendidos por presuntas carencias sin darles lugar a que desarrollen sus facultades y genialidades propias. No. Se eleva un muro entre el nosotros y ellos. Hay un patrón normalizado y a las personas se las pretende instalar en ese patrón. Lo que es diferente y no casa con el patrón se entiende que es problemático. Y las soluciones que se presentan resulta que muchas veces conducen al fracaso escolar de quienes no se han sentido valorados, aquellos estudiantes que finalmente quedan fuera del sistema. ¡Que paradoja!

                Si es que la diversidad es una condición humana independiente de la cultura a la que pertenecemos, cada uno de nosotros poseemos unos rasgos propios que son los que nos dan el ser, los que se van forjando con el paso del tiempo en función de dónde vivamos, porque aunque venimos de alguna parte con ciertas señales del lugar de procedencia no podemos quedarnos no más siendo una constante repetición de signos huecos y sin vida. Somos human@s en interacción constante con un grupo que siempre es heterogéneo, y es en él en el que nos construimos como personas bien diferenciadas de los tópicos, nadie es en sí mismo ni siquiera un arquetipo que sirva como representación de una cultura. Eso que llaman cultura es como una encerrona y a la vez una manera de encerrarnos a las personas en compartimentos estancos que no deben entrar en contacto para crecer, porque se nos intenta hacer creer que explotarían. Se trata de estrechar lazos humanos, porque en ser humanos nos parecemos, y no de chocar como automóviles. ¿Quién cree posible que haya formación sin los otros, los que no son como yo, los que nos estimulan a cambiar y nos aportan nuevos significados, los que nos hacen dudar de la validez de lo que pensamos como aforados... Y entonces mi trabajo consiste en que cada alumno asuma su condición de estar en proceso, siempre creciente y sin que exista la completitud. Siendo como él es, encontrando sus raíces intelectuales para desplegar todo un arbolado de habilidades y destrezas que son suyas, y que como puede pasar que el grupo le discrimine en un principio, yo lo que hago es ayudarlo a sentirse fuerte y motivado para entregar de lo suyo pero también para saber recibir lo ajeno como algo muy valioso y reconstituyente.