sábado, 18 de julio de 2015

¡Dejadnos sentir!

                       Llegó el verano pero no para muchos el momento de liberarse del colegio, porque más que en todo el curso ahora hay alumnos que se disponen a estudiar, a apretarse el cinturón para emprender el viaje fugaz a las asignaturas que tienen pendientes. ¿Qué fue lo que les pasó durante el año escolar, que no rindieron lo suficiente? Problemas, tuvieron problemas que les distraían, que les impedían concentrarse y tomarse en serio sus estudios. Y ahora llegan rendidos, habiéndolo perdido todo, que es la mejor manera de prepararse para empezar a ganar algo, y quieren recuperar el tiempo perdido, que no es tal, el tiempo nunca se pierde, si uno necesita pensar en las cosas que le turban bienvenido sea ese tiempo que le dedicamos a hacerlo, aunque bien sabemos que podríamos estar aprovechándolo para hacer otras cosas... ¿Pero qué es más necesario que preocuparse por lo que a uno le pasa interiormente? Nuestra fortaleza de ánimo es algo que tenemos que conquistar cada día, y nadie viene a entregárnosla, no es posible hacer un pedido por Internet y ni siquiera depende de qué hagan los demás para nosotros, es necesario que nos paremos a sentir lo que nos pasa, para comprendernos y reconocer qué queremos hacer con ello, qué queremos conseguir y cuál es el camino que decidimos emprender. Un camino que vamos trazando con cada paso que damos, que es el nuestro, nunca errado sino necesario.
                    Ciertamente, eso no nos enseñan a hacerlo en el colegio, allí si acaso, como en casa, los estudiantes reciben con frecuencia el mensaje de que lo que les pasa son tonterías que no merecen ser atendidas, menudencias al lado de la gran obra de estudiar las materias para examen. Y tanto los profesores como los padres se empeñan en quitarles los pájaros de la cabeza. ¡A volar! ¿Pero qué ocurre? Que de esta manera impugnan su verdadero vuelo y los chicos y chicas ven marchitarse sus alas y se acurrucan en el nido con miedo a sentir esas emociones que pueden con ellos, que les aplastan y les arrebatan el sentido de la realidad. Así que se pierden, dejan de saber quiénes son y para qué viven. Fracasan en los estudios porque nadie ha querido tomarse en serio que son personas jóvenes pero que albergan sentimientos, emociones y sensaciones propias que se derivan de todo lo que viven y de cómo sienten todo eso que viven. Porque no olvidemos que son seres dependientes y los mayores les marcan el rumbo, les dicen constantemente qué es lo mejor para ellos sin siquiera darles la opción de que puedan preguntárselo ellos mismos. Están obligados a responder adecuadamente y educadamente a todas las órdenes de sus mayores, no pueden decidir por sí mismos qué hacer a cada momento, para todo tienen que pedir permiso... Algunos están retenidos en casa porque sus padres se quedan tranquilos viendo que no salen de su habitación... ¡Qué incongruencia! ¡Qué difícil es ser pequeñ@! Su habitación pasa de ser un lugar confortable a ser la cueva en que dormitan sus desavenencias, sus sinsabores, tanto disgusto se agrupa en su costado... que se oponen a hacer lo que se les pide por el mero hecho de que es algo que no están pidiendo ellos, con el agravante de que lo que ellos suelen pedir no se les concede. Sienten que eso de estudiar lo hacen para dejar tranquilos a sus papás y mamás cuando lo interesante es que puedan asumirlo como un destino propio para forjarse una personalidad crítica y única que el día de mañana sabrá escoger cómo va a desempeñar su rol social.
                        Me entristece verlos llegar como Caballeros de la Triste Figura, apaleados por el boletín de notas, vapuleados por los juicios de los demás, dudando de todo pero con ganas de restituir el valor propio que se les ha ido distrayendo por el camino. Porque de veras que llegó el verano y este solito que aplaca nuestros ánimos a ellos les da la fuerza para sentir que van a remediar la escabechina que han montado durante el curso. Saben que es posible y pues cómo no vamos a intentar, redoblando la energía, que no más que dos meses sirvan para recuperar el curso completo. Son héroes y esta hazaña es una de las más características de nuestro tiempo. Yo les entrego la lanza y les aliento para la batalla porque con cierto apoyo trabajan mejor, qué duda cabe. Necesitan confiar en alguien que a su vez confíe en ellos y que les devuelva las esperanzas perdidas.

domingo, 10 de mayo de 2015

El fondo de mis clases de apoyo

               Llevo muchos años impartiendo clases de apoyo a alumnas/os de todas las edades, y vengo haciéndolo a domicilio, pero ahora también me gustaría tener la oportunidad de contar con un local propio o de co-working, a fin de evitar perder tanto tiempo en transporte y así poder establecerme en un espacio preparado y adecuado por mí para un transcurso favorable de las clases. Partiendo de una relación de confianza mutua, mi trabajo consiste en ayudarles a desarrollar las inteligencias que poseen aunque duden de ello, motivar en ellos la curiosidad por el aprendizaje, desbloquear las creencias erróneas que tienen sobre sí mismos, activar todos los resortes que van a hacer posible que nazca de ellos mismos el saber, cuando trabajan en solitario y cuando interaccionan conmigo o con otras personas de su entorno. Pretendo que descubran que pueden abordar las tareas escolares con autonomía, que la ayuda que yo les ofrezco llegará un momento en que dejarán de necesitarla y se sentirán más seguros de sí mismos. Habrán encontrado la autoconfianza, se sentirán capaces.  
               Me gusta despertar en el alumnado una forma de aprendizaje libre y creadora, basada en su propia personalidad, es decir, valorando su ser particular de modo que encuentre dentro de sí toda la fortaleza de ánimo para enfrentar el proceso del aprendizaje y la inquietud por aprender cosas nuevas. Ayudándolo a confiar en sí mismo, reforzando sus aptitudes y cualidades, para que trate, en la medida de lo posible, de hacer las cosas partiendo de una motivación interna y no para contentar a los demás, y de tomar las decisiones sin dejarse influenciar por otras personas. Hacerle sentir protagonista de su propia trayectoria vital, en la que el aprendizaje juega un papel preponderante, para que sepa que siempre está a tiempo de transformar la realidad con la que no esté conforme, tanto la personal como la social. Llevarle a comprender que todas las luchas tienen sentido y que en la vida casi todo consiste en eso, en ponerse retos y comprometerse a alcanzarlos aunque el camino hacia ellos se tuerza, retuerza y bifurque las más de las veces. Acompañarlo en su caminar desde el punto de vista del coaching educativo.
              Por otra parte, no todas las herramientas con las que trabajamos son las habituales: ejercicios, esquemas, resúmenes, explicaciones precisas aunque holísticas de la materia didáctica, etc. sino que el entorno de las clases es creativo, siempre estamos dispuestas/os a servirnos también de la escritura, la pintura y la música para que a través de la expresión y del hallazgo de sus propias emociones el alumnado se disponga más abiertamente a consolidar el conocimiento.
              Doy las clases tanto por las tardes, a las/los más pequeñas/os y adolescentes, como por las mañanas, a las/los adultas/os. Tanto individuales como de a dos, o bien grupales. Está en marcha la formación de un equipo de personas que quiere hacer lo mismo que yo, con el cual poder abordar el trabajo de forma cooperativa.
             Este proyecto se lleva gestando mucho tiempo, pues ya cuando yo era adolescente sentía deseos de integrarme en proyectos de alfabetización, pues siempre me ha parecido fundamental tener acceso a la lectura y la escritura. Pienso que en ello basamos nuestra adquisición de la facultad de expresarnos, y además de ser esta una necesidad humana también debemos potenciar la expresión elaborada con diversos fines. Para mí los libros han sido una apertura al mundo real de las vivencias de otros que yo sentía ganas de experimentar en mi propia vida, además de las fuentes que manan y desgranan el misterio de cómo es el mundo desde sus inicios. Por otra parte, la poesía ha sido un lugar idóneo para mí para estar, pues identificaba en muchos de aquellos versos mis propios sentimientos. Actualmente es muy importante el desarrollo de las nuevas tecnologías al servicio del conocimiento, los libros han dejado de ser el único soporte para adquirir saber y es importante respetar cómo elige el alumnado aprender o cuál es su forma más propia de acercarse al aprendizaje (visual, auditiva, etc.) 
              Pues que quiero poner en marcha lo que fue un ideal para mí, el de ayudar a que otras personas se atrevan a comprender su vida interior y la vida que les rodea, se embarquen en el proyecto de conocer el mundo para llegar a saber cómo es posible transformarlo. 

viernes, 30 de enero de 2015

Cómo vibramos cuando escribimos

                       Procede seguir hablando ahora de la escritura, ese proceso que requiere de la pinza que forman los dedos pulgar, índice y corazón. ¡Cuántos niños son reacios a escribir porque aún no han descubierto la mejor manera para ellos de coger el lápiz! Y pues se cansan y renuncian a escribir y te dicen que ya te lo cuentan de palabra. Pero realmente las habilidades para expresarse oralmente no son las mismas que se adjudican a la expresión escrita. No consiste en aprender de memoria los textos que nos dan para estudiar sino en transcribirlo a nuestro propio lenguaje de entendimiento, esto es, escribirlo con nuestras propias palabras, tras haber hecho una reflexión de lo leído. Esta es una manera concreta de evitar quedarse en blanco, porque no hay viento que pueda arremeter contra lo que nosotros construimos con palabras en nuestra mente.
                      Podemos pensar en ejercicios divertidos para estimular el deseo de escribir en los niños: deletrear palabras de adelante hacia atrás, inventarse nuevas palabras ellos mismos y que las escriban rápido, etc. La curiosidad de descifrar su alrededor les lleva a leerlo todo, la necesidad de que lo que expresan perdure les impulsa a escribir. La letra de cada uno es reflejo de lo que somos y si nos consideramos bellas personas trataremos de hacer una letra que nos guste y sea representativa de nosotros mismos. Las tipografías de los ordenadores pueden orientar en la adquisición de un escritura original que contenga rasgos de nuestra personalidad.
                      Si les da pereza, que escriban en el ordenador y que aprendan, en este mundo en el que priman las secuencias de imágenes, a convertir ese modelo de representación de la realidad en uno nuevo, el verbal, e incluso el literario, el que se sirve de las palabras. Pero no sueltas y deslavazadas sino encadenadas en oraciones y textos coherentes que expresen lo que ellos tienen en su cabeza, sus pensamientos, su imaginación, sus realidades internas y sus deseos para rehacer la realidad a su manera.
                     Una alumna de 6 añitos sacó su diario y escribió: "X está creciendo". Porque para ella es importante darle esta información al mundo que ella sueña que tendría acceso a su diario, o no más porque necesita corroborarlo consigo misma, porque nota que cada vez va aprendiendo a hacer más cosas y las entiende mejor. Su cuarto adquiere un nuevo significado cuando ella es capaz de leer qué dicen esos letreros de sus objetos personales, sus posters... A su pequeño universo ella solita ya es capaz de dotarlo de sentido.
                     Escribir, ¿pero qué? Muchas veces se trata de empezar escribiendo que no sabemos de qué hablar, de que estamos cansados y las causas de ello. Da igual, lo decisivo es que empecemos a tirar del hilo... y algunos niños gustan de escribir palabras como si fueran dibujos, dándoles color, creándoles formas propias a esas palabras. Es maravilloso que el blanco del papel sea un estímulo para ellos, un trampolín para saltar al juego de inventar, también esa pantalla con un documento en blanco; a veces, incluso, pueden pintar y escribir con los dedos y potenciar en gran medida el sentido del tacto. Tocan las palabras. ¿Qué diría Platón? ¡Qué gusto que para ellos el papel en blanco no suponga un abismo al que nos empujan las musas sin que tengamos claro si surgirá o no la inspiración! Reclamemos su espontaneidad. El arte de la garabatería.
                     Sin embargo, hay una conexión especial entre la mente y la mano que escribe con el lápiz, bolígrafo o pluma su propia grafía, porque las manos tienen la habilidad de recordar lo que han escrito antes, memorizan los movimientos así como las manos de un pianista recuerdan cómo interpretar una pieza musical que han leído y practicado. Hay una línea imaginaria que comunica nuestra mente directamente con nuestras manos y esa línea va dibujando lo que inconscientemente queremos expresar en total libertad. La mano es capaz de arrastrarnos a decir lo impensable, ella sabe, en complicidad con ciertas partes de nuestra mente, qué es lo que queremos decir y no sabíamos de antemano. Y es importante que no olvidemos esta forma de escritura porque en los exámenes escritos aún hoy, algo quizá extraño para la época en que vivimos, tenemos que escribir en boli, de forma fluida, entresacando conclusiones de todo lo que anteriormente hemos estudiado, de forma que compongamos un nuevo escrito original que nos pertenece a cada uno porque expresa nuestro valor, tanto emocional como intelectual.
                    Verlo escrito es verlo más claro. Los alumnos lo saben. Que solo cuando lo escriben lo aprehenden por completo porque cada fonema se adscribe a un grafema y no quedan por ahí las pronunciaciones pululando por nuestra cabeza. Queda en algún cuaderno, en algún libro y podemos volver a ello aunque en realidad no se haya escapado nunca de nosotros eso que una vez escribimos. Pero es como volver a escuchar una canción pasado un tiempo, nos devuelve a nosotros mismos en otro momento de nuestra vida, en otro estado de cosas. Y así, cuando releemos lo que escribimos retomamos el contacto con lo que hemos sido, eso que sigue formando parte de lo que somos.
                    Cuántas veces necesitamos escribir porque no podemos hablar con las personas directamente. Imagínense en la guerra, ¿qué sería de la entereza emocional de las familias que tenían a parientes luchando en el conflicto? Esas cartas, y digámoslo así, todas las cartas, vienen a remediar el silencio que a veces nos impone la vida.
                    Pero tampoco se trata de decidir entre la escritura o la vida, como comentan algunos. La escritura es una compañera, es la que nos va sanando a medida que nos hacemos heridas de la vida, como decía el poeta Miguel Hernández: pero también es la base de las canciones con las festejamos la dicha de estar vivos, hoy, ayer y quizá siempre, gracias e ella, a la escritura. Que no nos perdamos emociones vivas por escribirlas y que si necesitamos leerlas sea tal vez porque están ya brotando en nosotros sin saberlo.