lunes, 15 de septiembre de 2014

La Selectividad o la vida


                Recién conozco a los chavales que cursan 2º de Bachillerato tengo que emprender el camino del apoyo moral y del cuidado absoluto, porque empiezan el curso como si se tratara de una carrera de obstáculos que finaliza en la Selectividad, pero la angustia de no llegar les abruma y les deja sin resuello. No entiendo por qué se lo tienen que hacer pasar tan mal. Padecen ansiedad, no duermen, sufren más de la cuenta por sentirse inválidos y desvalidos para la hazaña; porque yo creo que todos aquellos alumnos que pasan por el vertiginoso 2º de Bachillerato son héroes sociales. Son largos los programas y se ven rápido y así es imposible disfrutar una pizca. Es tremendo pero ni siquiera pueden ver las huelgas de enseñanza como algo honroso y necesario dado el momento que vivimos, porque para ellos supone que el temario habrán de estudiarlo por su cuenta. Con los consiguientes perjuicios que esto acarrea a la hora de poder comprenderlo bien. Y entre tanto deberían estar preocupándose por definir su carrera profesional pero ni tiempo tienen para somero esfuerzo, ni ganas de pensar a qué quieren dedicarse porque no ven más allá del examen que tienen mañana y después de mañana siempre ahí, impertérrita, la Selectividad. Pero a ver si somos capaces los demás de decirles que el futuro está negro y que ni intenten aspirar a ser lo que quieran porque no lo van a conseguir. Ellos tienen que aportar sangre nueva a la recrudecida historia laboral de nuestro país. Se entiende que no tengan tiempo ni para manifestarse a pesar de que si no cambian las cosas ellos van a padecer los mismos males que hay en la actualidad. Pero de veras que sintiéndoles de cerca uno ya ve que su situación es muy dura porque pueden repetir y repetir el mismo curso sin salir de la espiral de fracaso en la que se pueden ver envueltos.

                     Les cuesta pasar por este curso y en sus familias todos acusan el malestar y la incertidumbre. Hay padres que no confían porque el chico empieza suspendiendo muchas, ¡pero es que esa es la norma general! Van a duras penas remontando el curso en las recuperaciones y solo ellos saben el esfuerzo que están haciendo por superarse a sí mismos, porque ¿cuándo antes habían estudiado tanto como ahora...? Y quieren luchar y no he conocido a ninguno que no haya luchado, pero en el cole o instituto les dan batacazos y en casa se encuentran con el trasnochado comentario de que lo que pasa es que eres un vago. Algunos no más estudian porque les regalarán un Ipod si aprueban pero, señores, no funciona, de nada valen los chantajes y los reproches, los castigos y las maledicencias, lo que de verdad es significativo y les mueve a seguir adelante, a pesar de las dificultades, es que creen en sí mismos, un poco he de decir que gracias a que los profesores de apoyo les brindamos esa confianza y les alentamos a seguir contra corriente para salvar su futuro, para que dejen de ser los que son juzgados desde fuera y pasen a convertirse en los seres maduros que quieren ser. Personas que tienen inquietudes, que saben que merece la pena esforzarse para tomar elecciones en su vida, pero que muchas veces ven masacrado su esfuerzo por la dichosa nota de la Selectividad. Un examen como un salto mortal. Puede que uno haya logrado sacar el curso finalmente pero luego enfrenta esos días con tales nervios y preocupación que no puede dar de sí mismo todo lo que vale. Y a esto aspira la nueva reforma, a poner en esta tesitura a los chicos cada vez más a menudo.

                      Hay quien puede decir que así aprenden a saber lo que cuesta un peine, pero a mi parecer la situación de estrés que soportan estos alumnos es demasiada para su edad y para el asunto del que se trata, siendo como es de vital importancia. Pero no merece la pena tanto llanto. Ni que decir tiene que yo no querría volver a pasar por algo parecido porque cuando uno se estresa en el trabajo siempre encuentra la salida de que es trabajo, algo en cierto modo desvinculado de su persona; sin embargo, ellos son puestos en el disparadero como personas dudosamente aptas en su totalidad, ya que se enfrentan al curso pero a veces son batidos por él y no saben arreglárselas para retomar la iniciativa personal y el tesón. El estudio embarga su ser y puede pasar que no resulte victorioso.

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