sábado, 18 de julio de 2015

¡Dejadnos sentir!

                       Llegó el verano pero no para muchos el momento de liberarse del colegio, porque más que en todo el curso ahora hay alumnos que se disponen a estudiar, a apretarse el cinturón para emprender el viaje fugaz a las asignaturas que tienen pendientes. ¿Qué fue lo que les pasó durante el año escolar, que no rindieron lo suficiente? Problemas, tuvieron problemas que les distraían, que les impedían concentrarse y tomarse en serio sus estudios. Y ahora llegan rendidos, habiéndolo perdido todo, que es la mejor manera de prepararse para empezar a ganar algo, y quieren recuperar el tiempo perdido, que no es tal, el tiempo nunca se pierde, si uno necesita pensar en las cosas que le turban bienvenido sea ese tiempo que le dedicamos a hacerlo, aunque bien sabemos que podríamos estar aprovechándolo para hacer otras cosas... ¿Pero qué es más necesario que preocuparse por lo que a uno le pasa interiormente? Nuestra fortaleza de ánimo es algo que tenemos que conquistar cada día, y nadie viene a entregárnosla, no es posible hacer un pedido por Internet y ni siquiera depende de qué hagan los demás para nosotros, es necesario que nos paremos a sentir lo que nos pasa, para comprendernos y reconocer qué queremos hacer con ello, qué queremos conseguir y cuál es el camino que decidimos emprender. Un camino que vamos trazando con cada paso que damos, que es el nuestro, nunca errado sino necesario.
                    Ciertamente, eso no nos enseñan a hacerlo en el colegio, allí si acaso, como en casa, los estudiantes reciben con frecuencia el mensaje de que lo que les pasa son tonterías que no merecen ser atendidas, menudencias al lado de la gran obra de estudiar las materias para examen. Y tanto los profesores como los padres se empeñan en quitarles los pájaros de la cabeza. ¡A volar! ¿Pero qué ocurre? Que de esta manera impugnan su verdadero vuelo y los chicos y chicas ven marchitarse sus alas y se acurrucan en el nido con miedo a sentir esas emociones que pueden con ellos, que les aplastan y les arrebatan el sentido de la realidad. Así que se pierden, dejan de saber quiénes son y para qué viven. Fracasan en los estudios porque nadie ha querido tomarse en serio que son personas jóvenes pero que albergan sentimientos, emociones y sensaciones propias que se derivan de todo lo que viven y de cómo sienten todo eso que viven. Porque no olvidemos que son seres dependientes y los mayores les marcan el rumbo, les dicen constantemente qué es lo mejor para ellos sin siquiera darles la opción de que puedan preguntárselo ellos mismos. Están obligados a responder adecuadamente y educadamente a todas las órdenes de sus mayores, no pueden decidir por sí mismos qué hacer a cada momento, para todo tienen que pedir permiso... Algunos están retenidos en casa porque sus padres se quedan tranquilos viendo que no salen de su habitación... ¡Qué incongruencia! ¡Qué difícil es ser pequeñ@! Su habitación pasa de ser un lugar confortable a ser la cueva en que dormitan sus desavenencias, sus sinsabores, tanto disgusto se agrupa en su costado... que se oponen a hacer lo que se les pide por el mero hecho de que es algo que no están pidiendo ellos, con el agravante de que lo que ellos suelen pedir no se les concede. Sienten que eso de estudiar lo hacen para dejar tranquilos a sus papás y mamás cuando lo interesante es que puedan asumirlo como un destino propio para forjarse una personalidad crítica y única que el día de mañana sabrá escoger cómo va a desempeñar su rol social.
                        Me entristece verlos llegar como Caballeros de la Triste Figura, apaleados por el boletín de notas, vapuleados por los juicios de los demás, dudando de todo pero con ganas de restituir el valor propio que se les ha ido distrayendo por el camino. Porque de veras que llegó el verano y este solito que aplaca nuestros ánimos a ellos les da la fuerza para sentir que van a remediar la escabechina que han montado durante el curso. Saben que es posible y pues cómo no vamos a intentar, redoblando la energía, que no más que dos meses sirvan para recuperar el curso completo. Son héroes y esta hazaña es una de las más características de nuestro tiempo. Yo les entrego la lanza y les aliento para la batalla porque con cierto apoyo trabajan mejor, qué duda cabe. Necesitan confiar en alguien que a su vez confíe en ellos y que les devuelva las esperanzas perdidas.

domingo, 10 de mayo de 2015

El fondo de mis clases de apoyo

               Llevo muchos años impartiendo clases de apoyo a alumnas/os de todas las edades, y vengo haciéndolo a domicilio, pero ahora también me gustaría tener la oportunidad de contar con un local propio o de co-working, a fin de evitar perder tanto tiempo en transporte y así poder establecerme en un espacio preparado y adecuado por mí para un transcurso favorable de las clases. Partiendo de una relación de confianza mutua, mi trabajo consiste en ayudarles a desarrollar las inteligencias que poseen aunque duden de ello, motivar en ellos la curiosidad por el aprendizaje, desbloquear las creencias erróneas que tienen sobre sí mismos, activar todos los resortes que van a hacer posible que nazca de ellos mismos el saber, cuando trabajan en solitario y cuando interaccionan conmigo o con otras personas de su entorno. Pretendo que descubran que pueden abordar las tareas escolares con autonomía, que la ayuda que yo les ofrezco llegará un momento en que dejarán de necesitarla y se sentirán más seguros de sí mismos. Habrán encontrado la autoconfianza, se sentirán capaces.  
               Me gusta despertar en el alumnado una forma de aprendizaje libre y creadora, basada en su propia personalidad, es decir, valorando su ser particular de modo que encuentre dentro de sí toda la fortaleza de ánimo para enfrentar el proceso del aprendizaje y la inquietud por aprender cosas nuevas. Ayudándolo a confiar en sí mismo, reforzando sus aptitudes y cualidades, para que trate, en la medida de lo posible, de hacer las cosas partiendo de una motivación interna y no para contentar a los demás, y de tomar las decisiones sin dejarse influenciar por otras personas. Hacerle sentir protagonista de su propia trayectoria vital, en la que el aprendizaje juega un papel preponderante, para que sepa que siempre está a tiempo de transformar la realidad con la que no esté conforme, tanto la personal como la social. Llevarle a comprender que todas las luchas tienen sentido y que en la vida casi todo consiste en eso, en ponerse retos y comprometerse a alcanzarlos aunque el camino hacia ellos se tuerza, retuerza y bifurque las más de las veces. Acompañarlo en su caminar desde el punto de vista del coaching educativo.
              Por otra parte, no todas las herramientas con las que trabajamos son las habituales: ejercicios, esquemas, resúmenes, explicaciones precisas aunque holísticas de la materia didáctica, etc. sino que el entorno de las clases es creativo, siempre estamos dispuestas/os a servirnos también de la escritura, la pintura y la música para que a través de la expresión y del hallazgo de sus propias emociones el alumnado se disponga más abiertamente a consolidar el conocimiento.
              Doy las clases tanto por las tardes, a las/los más pequeñas/os y adolescentes, como por las mañanas, a las/los adultas/os. Tanto individuales como de a dos, o bien grupales. Está en marcha la formación de un equipo de personas que quiere hacer lo mismo que yo, con el cual poder abordar el trabajo de forma cooperativa.
             Este proyecto se lleva gestando mucho tiempo, pues ya cuando yo era adolescente sentía deseos de integrarme en proyectos de alfabetización, pues siempre me ha parecido fundamental tener acceso a la lectura y la escritura. Pienso que en ello basamos nuestra adquisición de la facultad de expresarnos, y además de ser esta una necesidad humana también debemos potenciar la expresión elaborada con diversos fines. Para mí los libros han sido una apertura al mundo real de las vivencias de otros que yo sentía ganas de experimentar en mi propia vida, además de las fuentes que manan y desgranan el misterio de cómo es el mundo desde sus inicios. Por otra parte, la poesía ha sido un lugar idóneo para mí para estar, pues identificaba en muchos de aquellos versos mis propios sentimientos. Actualmente es muy importante el desarrollo de las nuevas tecnologías al servicio del conocimiento, los libros han dejado de ser el único soporte para adquirir saber y es importante respetar cómo elige el alumnado aprender o cuál es su forma más propia de acercarse al aprendizaje (visual, auditiva, etc.) 
              Pues que quiero poner en marcha lo que fue un ideal para mí, el de ayudar a que otras personas se atrevan a comprender su vida interior y la vida que les rodea, se embarquen en el proyecto de conocer el mundo para llegar a saber cómo es posible transformarlo. 

viernes, 30 de enero de 2015

Cómo vibramos cuando escribimos

                       Procede seguir hablando ahora de la escritura, ese proceso que requiere de la pinza que forman los dedos pulgar, índice y corazón. ¡Cuántos niños son reacios a escribir porque aún no han descubierto la mejor manera para ellos de coger el lápiz! Y pues se cansan y renuncian a escribir y te dicen que ya te lo cuentan de palabra. Pero realmente las habilidades para expresarse oralmente no son las mismas que se adjudican a la expresión escrita. No consiste en aprender de memoria los textos que nos dan para estudiar sino en transcribirlo a nuestro propio lenguaje de entendimiento, esto es, escribirlo con nuestras propias palabras, tras haber hecho una reflexión de lo leído. Esta es una manera concreta de evitar quedarse en blanco, porque no hay viento que pueda arremeter contra lo que nosotros construimos con palabras en nuestra mente.
                      Podemos pensar en ejercicios divertidos para estimular el deseo de escribir en los niños: deletrear palabras de adelante hacia atrás, inventarse nuevas palabras ellos mismos y que las escriban rápido, etc. La curiosidad de descifrar su alrededor les lleva a leerlo todo, la necesidad de que lo que expresan perdure les impulsa a escribir. La letra de cada uno es reflejo de lo que somos y si nos consideramos bellas personas trataremos de hacer una letra que nos guste y sea representativa de nosotros mismos. Las tipografías de los ordenadores pueden orientar en la adquisición de un escritura original que contenga rasgos de nuestra personalidad.
                      Si les da pereza, que escriban en el ordenador y que aprendan, en este mundo en el que priman las secuencias de imágenes, a convertir ese modelo de representación de la realidad en uno nuevo, el verbal, e incluso el literario, el que se sirve de las palabras. Pero no sueltas y deslavazadas sino encadenadas en oraciones y textos coherentes que expresen lo que ellos tienen en su cabeza, sus pensamientos, su imaginación, sus realidades internas y sus deseos para rehacer la realidad a su manera.
                     Una alumna de 6 añitos sacó su diario y escribió: "X está creciendo". Porque para ella es importante darle esta información al mundo que ella sueña que tendría acceso a su diario, o no más porque necesita corroborarlo consigo misma, porque nota que cada vez va aprendiendo a hacer más cosas y las entiende mejor. Su cuarto adquiere un nuevo significado cuando ella es capaz de leer qué dicen esos letreros de sus objetos personales, sus posters... A su pequeño universo ella solita ya es capaz de dotarlo de sentido.
                     Escribir, ¿pero qué? Muchas veces se trata de empezar escribiendo que no sabemos de qué hablar, de que estamos cansados y las causas de ello. Da igual, lo decisivo es que empecemos a tirar del hilo... y algunos niños gustan de escribir palabras como si fueran dibujos, dándoles color, creándoles formas propias a esas palabras. Es maravilloso que el blanco del papel sea un estímulo para ellos, un trampolín para saltar al juego de inventar, también esa pantalla con un documento en blanco; a veces, incluso, pueden pintar y escribir con los dedos y potenciar en gran medida el sentido del tacto. Tocan las palabras. ¿Qué diría Platón? ¡Qué gusto que para ellos el papel en blanco no suponga un abismo al que nos empujan las musas sin que tengamos claro si surgirá o no la inspiración! Reclamemos su espontaneidad. El arte de la garabatería.
                     Sin embargo, hay una conexión especial entre la mente y la mano que escribe con el lápiz, bolígrafo o pluma su propia grafía, porque las manos tienen la habilidad de recordar lo que han escrito antes, memorizan los movimientos así como las manos de un pianista recuerdan cómo interpretar una pieza musical que han leído y practicado. Hay una línea imaginaria que comunica nuestra mente directamente con nuestras manos y esa línea va dibujando lo que inconscientemente queremos expresar en total libertad. La mano es capaz de arrastrarnos a decir lo impensable, ella sabe, en complicidad con ciertas partes de nuestra mente, qué es lo que queremos decir y no sabíamos de antemano. Y es importante que no olvidemos esta forma de escritura porque en los exámenes escritos aún hoy, algo quizá extraño para la época en que vivimos, tenemos que escribir en boli, de forma fluida, entresacando conclusiones de todo lo que anteriormente hemos estudiado, de forma que compongamos un nuevo escrito original que nos pertenece a cada uno porque expresa nuestro valor, tanto emocional como intelectual.
                    Verlo escrito es verlo más claro. Los alumnos lo saben. Que solo cuando lo escriben lo aprehenden por completo porque cada fonema se adscribe a un grafema y no quedan por ahí las pronunciaciones pululando por nuestra cabeza. Queda en algún cuaderno, en algún libro y podemos volver a ello aunque en realidad no se haya escapado nunca de nosotros eso que una vez escribimos. Pero es como volver a escuchar una canción pasado un tiempo, nos devuelve a nosotros mismos en otro momento de nuestra vida, en otro estado de cosas. Y así, cuando releemos lo que escribimos retomamos el contacto con lo que hemos sido, eso que sigue formando parte de lo que somos.
                    Cuántas veces necesitamos escribir porque no podemos hablar con las personas directamente. Imagínense en la guerra, ¿qué sería de la entereza emocional de las familias que tenían a parientes luchando en el conflicto? Esas cartas, y digámoslo así, todas las cartas, vienen a remediar el silencio que a veces nos impone la vida.
                    Pero tampoco se trata de decidir entre la escritura o la vida, como comentan algunos. La escritura es una compañera, es la que nos va sanando a medida que nos hacemos heridas de la vida, como decía el poeta Miguel Hernández: pero también es la base de las canciones con las festejamos la dicha de estar vivos, hoy, ayer y quizá siempre, gracias e ella, a la escritura. Que no nos perdamos emociones vivas por escribirlas y que si necesitamos leerlas sea tal vez porque están ya brotando en nosotros sin saberlo.

sábado, 18 de octubre de 2014

Creando ganas de leer

           ¿Cómo empezar a a trabajar con niños que no quieren leer, que no lo hacen porque dicen que no les gusta? Lo más probable es que lo que sienten es que tienen dificultades para hacerlo y que el viaje alucinante de la lectura se les hace muy cuesta arriba. Entonces de lo que nos tenemos que ocupar es de que estén preparados físicamente, es decir, de que desarrollen bien sus habilidades psicomotoras; no es una tarea fácil estar sentado durante un rato largo y mantener la vista constante en un plano pero haciendo continuos movimientos oculares para seguir la correlación de líneas de un texto de forma ordenada. Pues bien, para aguantar un rato parado es preciso haber empezado por hacer unos ejercicios de gimnasia cerebral (Brain Gym) que tienen como cometido vincular los dos hemisferios del cerebro, facilitar conexiones neuronales que pongan a disposición de los niños toda la energía de su cuerpo, evitando caer en una lateralidad excesiva. Si bien es importante tener claro con qué lado del cuerpo emprendemos cada actividad, esto es, cuál es nuestro lado dominante, no debemos circunscribirnos a este lado sino dar apertura al lado que nos sirve de apoyo.





          Trabajando de esa manera los alumnos despertarán un montón de instintos que tenían adormecidos, sentirán que tienen el cuerpo preparado para aprender, porque es cierto que ellos no hacen un análisis racional de sus capacidades para desempeñar una determinada tarea, ellos se guían por sus sensaciones físicas. Se notarán listos en cuanto que su cuerpo esté preparado para recibir estímulos y sepa decodificarlos, como así sucede cuando se ponen a descifrar los mensajes que todas esas letras agrupadas en palabras, oraciones y párrafos encierran. Quizá es algo parecido a una labor detectivesca que hay que impulsar sin intervenir con la intención de corregirles porque se equivocan. Dejémosles que se coman palabras o que las cambien, que se salten líneas, etc., ellos se han internado en el bosque de la lectura y claro está que no hay que pasar por todas las ramas para comprender su extensión, ni conocer todos y cada uno de los seres que lo habitan para hacerse una idea de cómo es el bosque y qué tipo de hábitat es. Ellos nos sorprenderán cuando al finalizar su lectura podamos comprobar que han entendido todo lo que han leído. Pero acaso hay que acobardarles con las típicas preguntas de control de lectura, como ¿De qué trata el texto? ¿Cuántos personajes hay? ¿Cuál es la enseñanza del texto? No, de lo que se trata es de que nos cuenten aquello que les haya llamado la atención, lo que les haya gustado, porque una parte importante del aprendizaje es kinestésico y está relacionado con todo lo emocional que se aviva en el niño al abordar una actividad. Aprenden y conocen aquello que significa algo que verdaderamente se conecta con su mundo interior, cuando perciben que algo externo toca una especie de botón en sus emociones y estas sienten que de alguna manera adquieren oxígeno y se liberan del cajón en el que las tenían guardadas.

                   Por otra parte, cada niño gusta de leer en un formato diferente: habrá quienes necesiten un libro de pictogramas porque tienen mucha habilidad visual y digamos que esta es su forma preferente de aprendizaje; otros querrán libros de Jerónimo Stilton porque combina muchos tipos de tipografía y tamaño de la letra que hacen la lectura más variopinta; otros buscarán los del Diario de Greg porque su apariencia se asemeja a la de los cuadernos en los que escriben ellos, los que tienen una línea por encima de la cual va inscrito el texto. Habrá algunos intrépidos que se lancen a leer las novelas de El Barco de Vapor. ¿Entonces qué? ¿Cómo hacer para que cada niño acceda al mundo de la información de la manera más adecuada para él? Esta selección es competencia de los profes y de los padres que deberán hacer una importante observación de sus alumnos e hijos para dar con lo que mejor pueda servirles a construir su aprendizaje. Lo construyen con sus propias manos, un castillo de palabras asociadas a imágenes que guardan en su mente y significados que poco a poco van comprendiendo e introduciendo en su ideario propio. Por eso es tan importante que enfaticemos su necesidad de diálogo, de comunicación, porque a través del lenguaje que ellos por sí solos construyen siembran el terreno que hará crecer la lectura y la escritura de una forma silvestre y natural. Que hablen entre sus iguales, que se transmitan experiencias, conocimientos, pensamientos, etc. y que dialoguen también con aquellas personas que les pueden aportar nuevas construcciones sintácticas, normas gramaticales y un profuso vocabulario que irá haciendo mella en ellos.  

            En definitiva, más comunicación y menos pantallas que estar visualizando todo el día. Sabemos que las habilidades visuales se desarrollan cuando cultivamos la visión de lejos, cuando estamos al aire libre y las cosas que percibimos están iluminadas de forma natural; sin embargo, hacer un uso excesivo de las pantallas que obligan a mirar tan de cerca está comprobado que puede obstruir el curso normal del desarrollo neuronal, además de que genera mucho estrés en los niños el hecho de estar mirando de cerca un mundo espectacular de colores e imágenes que desprenden una luz artificial.  
           Con todo el trabajo de acercamiento a la lectura lo que buscamos es darles la libertad de imaginar de fuera adentro y no solo de adentro afuera. Es fácil que un niño posea grandes dosis de imaginación para elaborar el mundo a la medida de sus necesidades e inquietudes, pero también es importante que pueda poner imágenes a lo que lee, partir de algo concreto ya dado para que al despuntar su imaginación no se escape de los límites que dan verosimilitud a lo imaginado y consiga establecer cierta correspondencia entre lo que lee y lo que imagina. Que no busque películas basadas en novelas para hacerse con esas imágenes, que las cree él mismo potenciando su creatividad y su facultad de dar cuerda a la fantasía y la ilusión. 
               







lunes, 15 de septiembre de 2014

La Selectividad o la vida


                Recién conozco a los chavales que cursan 2º de Bachillerato tengo que emprender el camino del apoyo moral y del cuidado absoluto, porque empiezan el curso como si se tratara de una carrera de obstáculos que finaliza en la Selectividad, pero la angustia de no llegar les abruma y les deja sin resuello. No entiendo por qué se lo tienen que hacer pasar tan mal. Padecen ansiedad, no duermen, sufren más de la cuenta por sentirse inválidos y desvalidos para la hazaña; porque yo creo que todos aquellos alumnos que pasan por el vertiginoso 2º de Bachillerato son héroes sociales. Son largos los programas y se ven rápido y así es imposible disfrutar una pizca. Es tremendo pero ni siquiera pueden ver las huelgas de enseñanza como algo honroso y necesario dado el momento que vivimos, porque para ellos supone que el temario habrán de estudiarlo por su cuenta. Con los consiguientes perjuicios que esto acarrea a la hora de poder comprenderlo bien. Y entre tanto deberían estar preocupándose por definir su carrera profesional pero ni tiempo tienen para somero esfuerzo, ni ganas de pensar a qué quieren dedicarse porque no ven más allá del examen que tienen mañana y después de mañana siempre ahí, impertérrita, la Selectividad. Pero a ver si somos capaces los demás de decirles que el futuro está negro y que ni intenten aspirar a ser lo que quieran porque no lo van a conseguir. Ellos tienen que aportar sangre nueva a la recrudecida historia laboral de nuestro país. Se entiende que no tengan tiempo ni para manifestarse a pesar de que si no cambian las cosas ellos van a padecer los mismos males que hay en la actualidad. Pero de veras que sintiéndoles de cerca uno ya ve que su situación es muy dura porque pueden repetir y repetir el mismo curso sin salir de la espiral de fracaso en la que se pueden ver envueltos.

                     Les cuesta pasar por este curso y en sus familias todos acusan el malestar y la incertidumbre. Hay padres que no confían porque el chico empieza suspendiendo muchas, ¡pero es que esa es la norma general! Van a duras penas remontando el curso en las recuperaciones y solo ellos saben el esfuerzo que están haciendo por superarse a sí mismos, porque ¿cuándo antes habían estudiado tanto como ahora...? Y quieren luchar y no he conocido a ninguno que no haya luchado, pero en el cole o instituto les dan batacazos y en casa se encuentran con el trasnochado comentario de que lo que pasa es que eres un vago. Algunos no más estudian porque les regalarán un Ipod si aprueban pero, señores, no funciona, de nada valen los chantajes y los reproches, los castigos y las maledicencias, lo que de verdad es significativo y les mueve a seguir adelante, a pesar de las dificultades, es que creen en sí mismos, un poco he de decir que gracias a que los profesores de apoyo les brindamos esa confianza y les alentamos a seguir contra corriente para salvar su futuro, para que dejen de ser los que son juzgados desde fuera y pasen a convertirse en los seres maduros que quieren ser. Personas que tienen inquietudes, que saben que merece la pena esforzarse para tomar elecciones en su vida, pero que muchas veces ven masacrado su esfuerzo por la dichosa nota de la Selectividad. Un examen como un salto mortal. Puede que uno haya logrado sacar el curso finalmente pero luego enfrenta esos días con tales nervios y preocupación que no puede dar de sí mismo todo lo que vale. Y a esto aspira la nueva reforma, a poner en esta tesitura a los chicos cada vez más a menudo.

                      Hay quien puede decir que así aprenden a saber lo que cuesta un peine, pero a mi parecer la situación de estrés que soportan estos alumnos es demasiada para su edad y para el asunto del que se trata, siendo como es de vital importancia. Pero no merece la pena tanto llanto. Ni que decir tiene que yo no querría volver a pasar por algo parecido porque cuando uno se estresa en el trabajo siempre encuentra la salida de que es trabajo, algo en cierto modo desvinculado de su persona; sin embargo, ellos son puestos en el disparadero como personas dudosamente aptas en su totalidad, ya que se enfrentan al curso pero a veces son batidos por él y no saben arreglárselas para retomar la iniciativa personal y el tesón. El estudio embarga su ser y puede pasar que no resulte victorioso.

lunes, 25 de agosto de 2014

Una asignatura para expresarse

                  La nueva reforma educativa es retrógrada en todos los aspectos pero más si cabe cuando analizamos qué supone la desaparición de una asignatura como la Educación para la Ciudadanía, lo cual nos anticipa que el futuro de la Filosofía irá por los mismos derroteros. Pues bien, ¿qué va a ser de los valores con los que esta materia impregnaba al alumno? Esta sociedad que pretende alzarse como democrática precisa de ciudadanos que luchen por implantar los Derechos Humanos, que con tanto varapalo son tratados a escala internacional; que intenten asentar la paz en su contexto vital, al menos, resolviendo los conflictos a través del diálogo y la búsqueda del consenso; que comprendan que la igualdad implícita en los seres humanos pasa por reconocer abiertamente las diferencias, y quererlas, y aplaudirlas, porque la homogeneidad ya nos la presentan las grandes ciudades del mundo con sus centros comerciales de lujo, donde concurren los ciudadanos que no conocen otra forma de sentirse como en casa.
             Estos valores son patrimonio de la Humanidad, pero no hay que olvidar que estos valores tienen una forma diferente de asentarse en cada persona. Y cada quien necesita explorar qué siente con todo lo que le pasa por dentro cuando se pone en relación con la vida circundante. Qué le ocurre cuando percibe la injusticia en su entorno, ya sea aplicada a él o no. En fin, se hace necesario pensar en una asignatura que englobe todo este trabajo personal, de cara a un grupo con el que nos disponemos a construir nuestra personalidad. Algunas experiencias de este trabajo han tenido ya lugar en nuestro país, pero ¿por qué no instaurarlas o reivindicar que se instauren a nivel oficial? Clases en las que se hagan dinámicas de grupo, dramatizaciones, juegos de roles, lluvia de ideas para realizar un proyecto, escritura creativa compartida, debates... hay multitud de formas mediante las cuales los alumnos pueden liberarse de todo el entramado emocional y afectivo que les acongoja, lo vuelcan fuera para convertirlo en objeto de análisis, porque mientras todo está dentro se confunde con nuestras mismas entrañas. Una vez que su mundo interior queda materializado comienza la ardua tarea de comprenderlo, para así llegar a entender cómo son y lo que piensan, aún más, a hallar su propio reconocimiento. ¿Cuántas veces no hemos pensado que estamos preparados para trabajar con lo que sabemos pero no con lo que nos pasa? Porque nadie nos enseña a despellejar nuestros problemas con el fin de que salgan a relucir nuestras inquietudes; ni a expresar verbalmente o por escrito nuestros sentimientos, y ni que decir tiene que solo a través del lenguaje la realidad se constituye como tal. Si no le ponemos palabras a nuestra vida sensible es como si no existiera, y así deben de sentirse muchos de los alumnos de hoy en día cuando salen de casa y van al colegio y en todas partes lo que requieren son chicos listos e inteligentes que destaquen por tener habilidades aumentadas. Y es que no han aprendido a vivir, solo a saber.
                   Escucharles, acercarse a ellos, conocerlos, dejar que expandan sus miserias y sus grandezas, que amplifiquen su ser ahí en medio de este mundo tan coercitivo, que les atenaza y les estruja le mente a costa de aplastarles el corazón. Bien valiente es el que se mantiene a flote entre tanto oleaje de leyes que se cargan el fuero interno de los hombres y las mujeres que hoy en día viven. Porque me consta que hay una educación diferente, pero se presta como un servicio privado al que no puede acceder todo el que quiere. Como siempre, acechantes, las diferencias económicas.

domingo, 17 de agosto de 2014

Cuando detectamos un mal comportamiento

                Nos convendría empezar diciendo que lo que aprendemos en la escuela no solo alcanza el nivel de lo cognitivo sino que los alumnos desarrollan una vida socioemocional gracias a sus relaciones de interacción con sus compañeros y con los profesores; y con ella aprenden a ser, a convivir, a hacer, etc., además de aprender conocimientos. Quizá el empeño que desde las familias o desde los centros se pone con el fin de aumentar el rendimiento escolar y lograr calificaciones altas actúa en detrimento de estos aspectos no cognitivos que les ayudan a relacionarse y a compartirse. Sobre todo debemos tenerlo en cuenta porque el fracaso escolar empieza por sentir un daño socioemocional intenso, generado en un contexto determinado, que termina por derivar en un mal comportamiento.

               Hay quienes mantienen un enfoque individualista y se cercioran de que son las características de la personalidad del alumno las que justifican la mala conducta; por lo tanto, uno por ser de una determinada manera es considerado "el especial" o "el perturbado". Y las expectativas en cuanto a él suelen ser negativas porque se entiende que la personalidad es algo inmutable. Sin embargo, lo que queremos defender aquí es que toda la realidad intrapsíquica del alumno se construye en unas circunstancias que pueden propiciar, mantener o bien acentuar el mal comportamiento, con lo cual haremos responsables de una denominada mala conducta no solo al alumno sino también a las familias, a los compañeros y a los profes. Cuando no se crea un clima favorable que haga posible el aprendizaje, cuando los alumnos no son reconocidos como individuos diferentes unos de otros, que han de ser aceptados y apreciados incondicionalmente como personas, cuando se intenta atender a las dificultades siguiendo un mismo patrón, y se critica y se impone; en todos estos casos se está perjudicando el desarrollo normal del alumno.

                Esta crítica que tanto perjudica la autoimagen del alumno puede provenir de casa o de la escuela: el cariño y la atención a sus necesidades es insuficiente, mientras que los castigos son excesivos y la aplicación de la disciplina incoherente. El estilo educativo de los padres puede no ser el más apropiado para el alumno, que luego acude a la escuela y se encuentra con un sistema escolar cuya cultura y práctica docente es irrespetuosa con la condición humana. Así, pues, un profesor de apoyo suele encontrarse en esta tesitura y, tras una larga reflexión, trata de aportar al alumno todo aquello de lo que carece en sus encuentros con los demás. Para que sea capaz de descubrirse a sí mismo respondiendo y reaccionando de forma más positiva y ausente de tensión. Después, se ha de intentar que internalice su nueva conducta y sea capaz de llevarla a cabo en contextos diversos.

               En ocasiones se presentan disfunciones en la colaboración familia-escuela, y es realmente importante que ambas partes trabajen conjuntamente para producir cambios en la conducta y para que una vez obtenidos se vayan aplicando en todos los contextos. El medio en el que los intercambios tienen lugar participa de esa facilidad o reticencia que tienen las personas a adaptarse a él; tanto el entorno familiar, como el sociocultural y el centro escolar. (Añadimos aquí a los profes de apoyo fuera de la escuela). Todos estos son los ámbitos en los que tiene lugar la construcción de los aspectos sociales, del sentido moral y del mundo socioafectivo del alumno, así que procuremos no analizar a un sujeto de forma aislada para decidir si se ha de separarlo del grupo por conflictivo, porque los problemas se resuelven precisamente cuando se forma parte, ya que en caso contrario uno tiende a marginarse.